“El árbol” (Juan Carlos Onetti)(Están en una habitación la sirvienta, con dos matones, uno a cada lado, y una mujer)
Matón 1: - Y usted ahora se va al jardín con el mocoso (dirigiéndose a la muchacha)
(La mujer abre la puerta y sale. Afuera hay un niño que la está esperando para jugar)
Niño: - Traé la pelota que está allá en el fondo
La mujer obedece. Y empiezan a hacer pases entre ambos.
Niño: - ¡Dale, pasámela! (risa)
La mujer se la pasa, el devuelve el toque.
Niño: ¡Más alta! (con una sonrisa)
La mujer pasa la pelota y sonríe, pero a sus ojos no llega esa alegría. Su cabeza solo recuerda la imagen de la mujer y los dos matones a su lado, solo puede pensar en los gritos que se oyen, pareciendo distantes, cuando en realidad están ahí...
(Se oyen gritos distantes) Los ojos de la mujer por un momento se fijan en la habitación de la cuál salió minutos antes…
Niño: - ¡Dale, pasala, no te la quedes tres horas!
Las palabras del niño la sacan de su ensimismamiento, y le pasa la pelota, simula su angustia y sonríe, pero no puede olvidar ni ignorar lo que está sucediendo en esa habitación. Pero el niño no debía enterarse, el niño no debía saber que el destino de la sirvienta no era resistir ni sobrevivir…